Tenemos que pisar la Luna si queremos sobrevivir

Tenemos que pisar la Luna si queremos sobrevivir

Hay días que se me va la olla. Conducía a primeras horas de la noche, con una magnífica luna llena frente a mí, cuando escuché en la radio la convocatoria de un concurso de relatos cortos. La sugerencia del locutor y la perspectiva que llenaba mi parabrisas, condujeron a mi calenturiento cerebro a idear un curioso relato que nunca escribí pero que me situó en un, espaciotemporalmente hablando, distante punto de vista, en una perspectiva irreal (o no) pero curiosa.

Seguro que te  ha pasado alguna vez, vas por ahí de noche, contemplando la Luna y las estrellas, y te sientes realmente integrado en el universo. Parece que puedes pisar la Luna con solo dar un pequeño salto, sientes que estás viajando entre las estrellas y que eres capaz de alcanzar cualquier punto del firmamento.

Desde este estado mental la situación que imaginaba no parecía tan irreal. La Tierra se me antojaba una magnífica nave espacial, algo tan asequible que hasta su historia me pareció un instante. También me pareció un instante lo que le queda de historia. Imaginé ese final que los astrofísicos preconizan, un inmenso Sol que engulle planetas como Triki las galletas, un Sol rojo y frío (?) que alcanza la Tierra y evapora hasta la última gota de agua de la más recóndita bacteria. Una fuente de vida tornada en sumidero de vida.

Ahora me pareció un poco terca mi nave, no respondía a la velocidad que me hubiese gustado, no parecía que pudiese escapar fácilmente de su prisión orbital. La vida sobre la tierra iba a desaparecer.

A estas alturas te estarás preguntando de que Geos va esto. Solo es ponerte en situación para que veas que la Vida sobre la Tierra está condenada a desaparecer. Dentro de muchos millones de años, sí, pero la vida sobre la Tierra se extinguirá y lo hará totalmente si no consigue escapar a tiempo.

Posiblemente la Vida sobre este planeta haya alcanzado su madurez y aunque no sea así poco importa. Lo cierto es que, después de miles de millones de años, es la primera vez que ha conseguido desarrollar una adaptación que le puede permitir perdurar más allá que el propio planeta que ocupa, ahora puede buscar otros mundos que poblar y puede viajar hasta ellos, adaptarlos a sus necesidades y habitarlos.

En mi visión la Luna ya no mostraba esa cara melancólica que parece reprochar nuestra barbarie, parece que intuye lo que le espera. Estaba plagada de melanomas y cicatrices y su parte oscura estaba salpicada de luces. Se había deshumanizado, más que una dulce Madonna parecía un monstruo aterrador que alteraba los sueños de los niños. Estaba colonizada por la Vida de la Tierra, era el primer peldaño necesario para alcanzar el firmamento.

Pero este no es un blog de retratos, de modo que tendré que seguir sin escribir el mío (otra vez la maldita procrastinación) y esto tampoco es un relato, es un artículo sobre impacto ambiental (?).

Parece que la sociedad ha llegado al acuerdo (a veces solo de boquilla) de que hemos de dejar un planeta habitable a nuestros hijos, razonable, pero no hemos de olvidar que si queremos sobrevivir tendremos que pisar la Luna.

Cierto es que si queremos arrastrar la carga hasta un punto hemos de tirar de la cuerda desde mucho más allá, pero los técnicos hemos de ser conscientes de donde estamos, donde está la carga, donde hemos de llevarla y desde donde habrá que tirar de la cuerda. Día a día veo como muchos técnicos, y muy particularmente técnicos de la administración, precisamente los que más amplia e imparcial visión deberían tener de la situación, se colocan en el extremo de la cuerda y, con su mirada fija en el horizonte, no paran de tirar ni para escuchar a sus interlocutores.

Algo tendremos que hacer si queremos salir de aquí con vida, queramos o no necesitamos pisar la Luna si queremos sobrevivir.

Si ha despertado algo en tu interior esta disertación, deja tu comentario y compártelo en tus redes sociales.

Luis Ángel Marqués.